
Martes 3 de junio - Juan 17, 1-11a. Padre, glorifica a tu Hijo. 62h2m
Descripción de Martes 3 de junio - Juan 17, 1-11a. Padre, glorifica a tu Hijo. 2u3m
Meditación del día 3 de junio de 2025 Palabra de Vida 4u286w
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Padre, glorifica a tu Hijo.
Estamos escuchando estos días últimos de Pascua las palabras que tuvo Jesús con los discípulos, con los apóstoles específicamente, después que saliera Judas del Cenáculo y habla de su glorificación y fijaos que es bonito como Jesús vincula su gloria a su sufrimiento y a su pasión.
Él sabía lo que le iba a pasar y dice, cuando sale Judas, ahora es glorificado el Hijo del Hombre.
De hecho dice, Padre, glorifica a tu Hijo y ¿qué significa glorificar? Dar a conocer la belleza, dar a conocer la gloria de alguien y mirad, la verdadera belleza de un ser humano se demuestra cuando viene el sufrimiento.
Ante el sufrimiento, ante el dolor, lo más fácil es quejarse, buscar culpables, dar lástima a los demás, convertirse en una víctima, creer, ¿no? Y sin embargo, qué bonito como Jesús en su pasión, viviendo siempre la justicia, diciendo las cosas como eran, viviendo siempre la mansedumbre, tiene como esa especie de majestad serena en la que acepta un plan que está muy por encima de sus posibilidades y es cuando se revela el amor.
Es en la cruz cuando Jesucristo revela todo el amor que tiene por la humanidad, el Padre acepta ese amor y ese sacrificio y resucita al Hijo como una señal, la resurrección de Jesús es la señal de que ha aceptado todo el sufrimiento de su Hijo, que ha aceptado ese grado tan alto de amor que le ha llevado a crucificarse por nosotros.
Y por eso, si la gloria de Jesús está sobre todo en su cruz, no olvidemos nosotros que nuestra gloria tiene que pasar también necesariamente por el sufrimiento, que no somos comprendidos, que nos hemos quedado solos, que nos duele o el cuerpo, o la mente, las emociones, los sentimientos y todo eso es realmente cuando uno se quita las máscaras y ante el misterio del dolor que no cabe fingir, todo eso es lo que uno lleva en su corazón, por eso primero que sabemos que es un don, Señor cuando venga la cruz, cuando venga el sufrimiento, acompáñame, porque Jesús, aunque dijo en la cruz, Padre, ¿por qué me has abandonado? Él vivió su pasión lleno del Espíritu Santo y en comunión con el Padre.
Él quiso experimentar la soledad, por supuesto, de los que no conocen a Dios, y por eso dijo esa frase, para consolar incluso a aquellos que se sentían muy lejos de Dios.
Pero Él vivió, desde esa dimensión sobrenatural, la cruz que había elegido, la cruz que Él no quería, pero que, porque estaba en el plan de Dios, aceptó.
¿Cómo somos nosotros ante el dolor? ¿Cómo somos ante el sufrimiento? Somos personas que nos instalamos en la queja, somos personas que estamos constantemente queriendo llamar la atención, mendigando consuelos para que nos valoren más? ¿Incluso utilizamos nuestro dolor como para darnos más importancia y querernos que somos más que otros? Porque es ahí donde se revela verdaderamente la gloria de Dios en la vida del hombre y la gloria del hombre en la vida de Dios.
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