T3/E28 - Lo Que la Selva Me Enseñó- UN NUEVO MENSAJE 3i1h3x

Hola, hola a todos. ¿Cómo estáis? ¿Cómo estamos? Son las 22.16 de la noche.

Y yo no sé qué ha pasado hoy, que había algunos diablillos que no querían que entráramos en directo.

Pero para que veáis que estamos en directo, que lo prometido es deuda, que venimos, que estamos, que no es fraude, pues mira, en directo también pasan estas cosas, unos fallitos.

Pero no importa, porque hoy tenemos un programón, tenemos unos testimonios increíbles que nos han traído Eduardo y Geraldine.

Ahora os voy a contar más de eso, pero además, para que sepáis que estamos en directo, os digo, mira, las 22.17, hora peninsular española.

Si fuera grabado y fuera tal, saldría todo perfecto, pero cosas que agartan, como decía mi padre, no se puede evitar.

Mira, mira, mira.

Bueno, qué ganas tenía ya de daros la bienvenida oficialmente.

Increíble, increíble, ¿eh? Increíble lo que la técnica a veces nos cuesta.

Pero bueno, lo importante es que ya estamos aquí.

No sé si lograsteis escuchar o si escuchasteis la semana pasada el programa que tuvimos aquí con María José Ross sobre el nuevo papa Luis XV, pero vamos, o XIV o XIII, ya me he liado yo, Luis XIV.

¿Quién es Luis, Miquel? Aclérate.

Uy, uy, uy, cómo estamos.

Bueno, ahora os voy a contar.

Ni siquiera es Luis. Estoy fatal, ¿eh? Fatal.

Pero vamos, que lo que yo quería contar, y estoy viendo que alguno de vosotros está viendo, no riáis de mí, por favor, que os lo quería contar, ¿no? Que la semana pasada, al final del programa, os dije que Eduardo y Geraldine han venido de...

Ecuador. No.

Uy, Dios mío, estoy fatal. De Perú.

Iba a decir Montreal.

Los nervios a mí me juegan malas pasadas.

Eduardo y Geraldine acaban de llegar de un viaje apoteósico al Perú y os dije que hoy iban a estar aquí y os dije que este viaje ha cambiado a Eduardo, que tenemos a un Eduardo nuevo y que hoy nos lo iba a contar.

¡Eduardo! Muy buenas noches, Miquel.

Buenas noches, Geraldine.

Buenas noches, Miquel.

Bueno, fantástico que estéis aquí.

Ya tenía ganas de reunirme con vosotros, me mandáis ahí fotos y me mandáis de todo, pero vamos, que no tenemos que darme envidia, ¿eh? No, a ver, ¿envidia de qué? Si tú viajas más que nosotros.

Sí, pero estáis ahí comiendo rico.

Ah, eso sí.

Estáis en la selva, que habéis tenido unas experiencias espectaculares.

Eso sí, que comimos rico, desde luego, y que cambió mi perspectiva de la vida, seguro.

Segurísimo.

Eso me... Si es así, ¿no, Geraldine? Ha venido distinto, renovado.

Sí, totalmente, Miquel.

Eduardo, pues, le ha cambiado la visión de ver los ojos.

La visión de ver los ojos.

Pero ha venido renovado, totalmente cambiado.

Esa palabra, la visión de ver los ojos, hay que anotarla en el diccionario de un nuevo mensaje.

Que eso...

El papa es León XIV, por favor, perdone que con los nervios...

Lo he dicho mal, León XIV, ¿no? Luis, ni no sé qué...

Ay, ay, ay, es que los nervios no pueden ser.

¿Y qué os ha pasado allí, Eduardo, que te ha cambiado tanto? Bueno, pues, lo primero es el cambio de perspectiva en la visión de la vida, ¿no? Cuando ves a...

O sea, cuando viajas a otro país en el que...

Bueno, tú lo sabes muy bien, ¿no? Cuando viajas a Sudáfrica, por ejemplo, y ves las dificultades que tienen esas personas para pasar el día a día, ¿no? Y en mi caso, pues, fue algo parecido.

El llegar a un lugar donde ves partes de esa ciudad que la pobreza es extrema, pero hasta puntos que no nos imaginamos aquí, y como el resto del mundo hace oídos sordos, ¿no? Cuando vemos, por ejemplo, en la televisión, nos hablan de Perú o de cualquier otro país, siempre nos van a sacar las imágenes bonitas, pero la gente desconoce que existen lugares donde no se puede vivir.