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Símbolos: Captación intuitiva

Símbolos: Captación intuitiva e6y2y

3/5/2025 · 11:04
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Descripción de Símbolos: Captación intuitiva d145

Desde la antigüedad, numerosos filósofos han afirmado que conocer es en realidad recordar. Platón, en su teoría de la reminiscencia (anamnesis), sostenía que todo conocimiento es un recuerdo del alma. Para él, aprender no consiste en adquirir información nueva, sino en hacer aflorar verdades que el alma ya conocía antes de nacer, cuando moraba en planos más sutiles de realidad. En otras palabras, lo que se está diciendo es que el saber más profundo es innato y que lo olvidamos al encarnar en el plano físico, quedando velado por la experiencia sensible y el olvido. Los griegos hablaban del río Leteo, cuyas aguas provocaban el olvido total del alma antes de su encarnación, y de la diosa Aletheia, que significa “des-ocultamiento” o “verdad revelada”. Así, recordar es un acto cosciente de desvelar lo que ya habita en nuestro interior, quitando uno a uno los velos del olvido. En otros puntos del globo, otros maestros e iniciados llegaron a la misma conclusión. En la India, Ramana Maharshi insistía en que la realización del Ser no implicaba obtener algo nuevo: “Ya somos el Ser -decía- sólo el Ser es. La ignorancia es la que nos hace imaginar que no hemos realizado el Ser”. Desde esta perspectiva del vedanta advaita, ya somos aquello que buscamos; simplemente lo hemos olvidado bajo las capas de ignorancia, y el camino espiritual es un proceso de remover esos velos para reconocer nuestra naturaleza eterna. 426i19

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Bienvenidos al aula abierta de la Orden Rosa Cruz Iniciática. Desde la antigüedad, numerosos filósofos han afirmado que conocer es, en realidad, recordar.

Platón, en su teoría de la reminiscencia, también conocida como anamnesis, sostenía que todo conocimiento es un recuerdo del alma. Para él, aprender no consiste en adquirir información nueva, sino en hacer aflorar verdades que el alma ya conocía antes de nacer, cuando moraba en planos más sutiles de realidad. En otras palabras, lo que se está diciendo es que el saber más profundo es innato y que lo olvidamos al encarnar en este plano físico, quedando velado entonces por la experiencia sensible y el olvido.

Los griegos hablaban del río Leteo, cuyas aguas provocaban el olvido total del alma antes de su encarnación, y también hablaban de la diosa Aleteia, que significa desocultamiento o verdad revelada y, por lo tanto, recordar es un acto consciente de desvelar lo que ya habita en nuestro interior, quitando uno a uno los velos del olvido. En otros puntos del globo, otros maestros e iniciados llegaron exactamente a la misma conclusión. En la India, Ramana Maharishi insistía en que la realización del ser no implicaba en obtener algo nuevo. Ya somos el ser, decía. Solo el ser es. La ignorancia es la que nos hace imaginar que no hemos realizado el ser. Desde esta perspectiva del Vedanta Advaita, ya somos aquello que buscamos. Simplemente lo hemos olvidado bajo las capas de ignorancia, y el camino espiritual es justamente un proceso de remover esos velos para reconocer nuestra naturaleza eterna.

Antonio Blay, en el campo de la psicología transpersonal, lo expresó de este modo. El camino del conocimiento busca conocer la verdad, pero no cualquier verdad, sino precisamente aquella que, una vez conocida, permite conocer todas las demás cosas. Y aquí Blay alude a una verdad con mayúscula, un conocimiento fundante, quiénes somos realmente, cuyo despertar ilumina a todos los demás saberes. No es una verdad añadida desde afuera, sino reconocer algo que siempre estuvo adentro. De hecho, esta frase de Blay está en consonancia con un antiguo aforismo de los Upanishads que dice, conoce en ti aquello que conociéndolo, todo se torna conocido. Es decir, conociendo nuestra naturaleza trascendente, todo lo demás cobra sentido.

Y recordemos aquella vieja frase que dice, hombre, conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses. Aquí alguien nos podría decir que en verdad toda verdad es relativa, y también nos podrían agregar que el Kivalyón dice que toda verdad es semiverdad. Y eso es cierto, pero en nuestro plano manifestado y en el caso del Kivalyón se está hablando de la verdad observada desde el plano de lo manifestado, desde la dualidad. Y en ese caso sí es cierto que toda verdad está sujeta a un determinado entendimiento o nivel de conciencia. Sin embargo, lo que estoy hablando aquí es de la verdad con mayúsculas, la que no tiene antónimos, la que no tiene un opuesto que podría ser la mentira. Es una verdad que no pertenece a este plano denso, sino al ámbito de lo eterno y desde la perspectiva del uno sin segundo, del absoluto, del ENSOF.

Hemos hablado del olvido y también hemos hablado de la posibilidad de recordar. Y ahora bien, ¿de qué manera puede recordar el alma? ¿Cómo es posible reactivar ese recuerdo? Aquí entran en juego los símbolos. El simbolismo lo hemos visto en este canal muchas veces y hablamos de el lenguaje del alma y los símbolos arcaicos son su expresión más acabada. A diferencia del lenguaje racional y discursivo que suele dirigirse a la mente lógica, el lenguaje simbólico habla directamente al corazón, a la intuición, a esa parte profunda de la psique que entiende más allá de las palabras. Los símbolos tienen el poder de evocar significados universales y que están adormecidos en nosotros sin necesidad de explicarlos con detalle. Pensemos en los símbolos universales que están presentes en casi todas las tradiciones. La luz, el centro, la escalera, la montaña sagrada, el océano,

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