El Obscuro Velo del Templo 2 525460

Bienvenido a El Hablador de Historias La historia que estás por escuchar no es una leyenda más, es una advertencia, porque a veces revelar los secretos del pasado despierta algo que nunca debió ser perturbado.

Yo mismo conté el relato del Levita desaparecido, del templo sacudido por la muerte del Nazareno, y del oscuro ser que emergió desde la grieta donde alguna vez estuvo el Arca de la Alianza, pero desde ese día algo cambió.

Todo comenzó una semana después de que publiqué el episodio.

Al principio pensé que eran coincidencias, una sombra en el rabillo del ojo, un frío repentino, una sensación de estar siendo observado al pasar por aquella iglesia abandonada a solo unas cuadras de mi casa, la vieja capilla de San Elías, cerrada desde hace décadas.

Esa noche, al pasar frente a ella, lo sentí claramente.

Alguien o algo me miraba desde dentro.

Lo supe como se sabe que estás en peligro sin necesidad de verlo.

Volté y detrás de los vitrales rotos entre las sombras vi dos ojos amarillos brillaban como brazas ardiendo en la oscuridad.

¿Por qué contaste la historia? No respondí. Corrí. Llegué a casa agitado, helado.

Pero no terminé con eso.

La siguiente noche escuché pasos dentro de mi sala, puertas que se abrían lentamente.

Un murmuño que venía del rincón más oscuro de mi habitación.

Y esa voz de nuevo.

Tú lo contaste. No debiste hacerlo. Estaba dormido enterrado en sitios de olvido.

Y tú me trajiste de vuelta.

Intenté ignorarlo. Pensé que estaba perdiendo la razón.

Pero cada vez que pasaba por una iglesia vacía, lo sentía más cerca.

En los vitrales, en las criptas olvidadas, en los confesionarios cubiertos de polvo.

Hasta que anoche decidí volver a la capilla. Necesitaba respuestas.

Dentro el silencio era sepulcral, pero el aire estaba denso.

Y entonces lo vi. Una figura alta envuelta en sombra.

Parecía hecha de humo, pero con garras que rasgaban el suelo.

Sus ojos más brillantes que nunca.

¿Quién te dio el derecho de contar mi historia? ¿Creíste que no había consecuencias? Cuando se nombra lo prohibido, el menos se desgarra.

¿Qué eres? Soy el castigo.

Soy lo que ya ha sido lo sagrado y lo olvidado.

Ahora camino contigo.

Deberían pasar con contento en cada sombra en las paredes.

Pagarás con tu alma por tu osadía.

Desde esa noche no he dormido. Mi reflejo ya no es el mismo.

A veces cuando cierro los ojos, lo veo desde adentro.

Como si ya no solo me siguiera, como si ahora fuera parte de mí.

Así que si tú, si tú que me escuchas, alguna vez visitas una iglesia antigua, o decides narrar una historia sagrada, ten mucho cuidado.

Porque hay cosas que desean permanecer ocultas.

Y si las traes a la luz...

Y también tú que estás escuchando.

Yo soy el narrador de historias.

Y les deseo buenas noches.

Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org