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Un asesino llama a tu puerta. ¿Mientes para salvar una vida… o dices la verdad porque es tu deber? Bienvenido al dilema kantiano. En este episodio, te sumergirás en el pensamiento del filósofo más puntual de la historia: Immanuel Kant. Desde sus paseos milimétricos por Königsberg hasta sus ideas que todavía retumban en TikTok, analizamos por qué Kant sigue siendo tan incómodamente actual. ¿Qué es el imperativo categórico y cómo se aplica en la vida real? ¿Podemos ser libres y seguir reglas al mismo tiempo? ¿Qué pinta Kant en el mundo de la ética global y la paz perpetua? Spoiler: no todo lo que suena bien es moralmente correcto. ¿Te atreves a pensar como Kant? Un viaje filosófico producido por estudiantes de la Universidad Pontificia Comillas para jóvenes que se atreven a ir más allá. ks1x
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Bienvenidos a Escucha, Luego Existe, un podcast donde los alumnos de primero de Derecho y Filosofía, Política y Economía de la Universidad Pontificia, comillas, se preguntan sobre la naturaleza del ser humano. Bienvenidos a Escucha, Luego Existe, donde las preguntas pesan más que las respuestas. Aquí no venimos a darte certezas, sino a sacudirte la cabeza. Somos Elena Árquez, Gimena Almoguera, Federico Linares e Irene Maneiro. Si alguna vez te has cuestionado qué es la verdad, qué es el bien y el mal o hasta dónde podemos conocer, este es tu sitio. Así que prepárate para dudar y acompáñanos en este viaje.
Imagina que un hombre se presenta en tu puerta y dice que un asesino le está persiguiendo. Te pide por favor si puede esconderse en tu casa. ¿Aceptas? Minutos más tarde llega el asesino y te pregunta si está escondido en tu casa. Tienes dos opciones. ¿Mentir o decir la verdad? ¿Tú qué harías? Lo normal no, mientes. Le estás salvando la vida. Pero hubo un pensador que te diría todo lo contrario. Os proponemos un juego. Vamos a contaros la vida de un pensador pero sin decir quién es hasta el final. A ver si sois capaces de descubrirlo antes de que lo revelemos.
Imaginad a un niño que nace el 22 de abril de 1774 en una familia muy religiosa y que crece en una pequeña ciudad prusiana, Königsberg. Su padre era un artesano alemán y su madre era la hija de un fabricante escocés de sillas de montar. Fue un estudiante constante pero que no destacó y tuvo gran vocación religiosa siendo toda su familia pietista, es decir, interpretaban la biblia literalmente. Estudió lenguas clásicas así como matemáticas y lógica. Después se matriculó a los 16 años en la universidad de Königsberg donde estudió la filosofía de Leibniz y Wolf, grandes racionalistas.
Pasó toda su vida alrededor de su comarca natal sin alejarse nunca más de 150 kilómetros. Era una persona muy rutinaria y extremadamente puntual, tanto es así que sus vecinos ajustaban su reloj según sus paseos diarios. Sólo se saltó sus paseos en dos ocasiones. En primer lugar cuando recibió las obras de Rousseau y luego en la revolución sa. Era un racionalista totalmente convencido hasta que leyó a Hume y en sus palabras le despertó del sueño dogmático. ¿Sabéis ya de quién se trata? Podría ser Kant. Así es, se trata de Kant. Eureka.
Kant consiguió hacer una síntesis entre ambas corrientes, empirismo y racionalismo. Es así que se comparó su hazaña con el giro copernicano cuando descubrimos que es la tierra la que gira alrededor del sol y no el revés. Al igual que el descubrimiento de Copérnico revolucionó la astronomía, las conclusiones a las que llegó Kant revolucionaron la filosofía.
Antes de meternos en el meollo del tema ético, hagamos una pausa necesaria. Porque, claro, nuestro protagonista no se hizo famoso por casualidad. Se hizo famoso porque le dio la vuelta a la forma en la que entendemos, el conocimiento. Y creedme, después de su teoría nada volvió a ser igual. ¿Quién mejor que él para explicarnos su filosofía? Atentos a esta frase porque resume toda su teoría del conocimiento.
Todo nuestro conocimiento arranca del sentido, pasa al entendimiento y termina en la razón. ¿Pero esto qué significa? Imaginad que estáis en una habitación oscura y de repente encendéis la luz. Lo primero que ocurre es que vuestros sentidos captan lo que hay a vuestro alrededor, ¿no? Los colores, las formas, los sonidos.
Esa es la primera fase. El conocimiento empieza con la experiencia sensorial. Pero ojo, porque aquí no termina la cosa. Si sólo tuviéramos los sentidos, todo sería un caos de imágenes y sonidos sin sentido. Aquí entra en juego el entendimiento que organiza esa información. Es como si nuestra mente pusiera etiquetas y categorías.
Esto es una mesa, esto es una silla, esto está más cerca o esto está más lejos.
Y, finalmente, llega la razón, que nos permite ir más allá. No sólo vemos y entendemos lo que hay, sino que sacamos conclusiones, pensamos en conceptos más abstractos y buscamos explicaciones más profundas. Es decir, se necesitan la una a la otra. Como vemos en esta frase, los conceptos sin intuiciones son vacíos, las intuiciones sin conceptos son ciegas.
Vale, vale. Ahora lo entiendo. O sea que ni el empirismo ni el racionalismo pueden funcionar solos. Tanto la razón como la experiencia tienen límites.
Para terminar,
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