
Desarrollo personal: Pedro y el hilo mágico c5t2a
Descripción de Desarrollo personal: Pedro y el hilo mágico 252d4h
La gente se lamentaba de no haber vivido en plenitud, no haber priorizado lo realmente importante, no haber disfrutado de su tiempo con lo que le hacía feliz y con quienes amaba. n3r73
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Desarrollo personal.
Pedro y el hilo mágico.
Pedro era un chico muy animado.
Todo el mundo lo apreciaba.
Su familia, sus compañeros y sus docentes.
Sin embargo, tenía una debilidad.
No era capaz de apreciar el presente.
No había aprendido a disfrutar del viaje de la vida.
En la escuela, deseaba estar jugando al aire libre.
Cuando jugaba, soñaba con las vacaciones de verano.
Pedro pasaba su tiempo soñando, sin dedicar momentos a apreciar los instantes especiales de su día a día.
Una mañana, Pedro decidió dar un paseo por un bosque cercano a su hogar.
Después de un rato, optó por descansar en un área de césped y eventualmente se quedó dormido.
Tras unos minutos de sueño profundo, escuchó a alguien llamar su nombre con un tono agudo.
Al abrir los ojos, se quedó asombrado al ver a una mujer de pie junto a él.
Parecía tener cerca de 100 años.
Y su cabello blanco como la nieve, caía sobre su espalda como una pesada manta de lana.
En la mano arrugada de la anciana, sostenía una pequeña pelota mágica con un agujero en el centro.
Y de ese agujero, pendía un largo hilo dorado.
La mujer mayor le comentó, Pedro, este es el hilo de tu existencia.
Si lo tiras un poco, una hora pasará en pocos segundos.
Y si lo tiras con todas tus fuerzas, meses o incluso años, transcurrirán en unos pocos días.
Pedro estaba muy emocionado por este hallazgo.
¿Podría quedarme con la pelota? Inquirió.
La anciana se la otorgó.
Al siguiente día, durante la clase, Pedro se sentía inquieto y aburrido.
De repente, recordó su nuevo juguete.
Al tirar del hilo dorado, se halló en su casa jugando en el jardín.
Consciente del poder del hilo mágico, se aburrió rápidamente de su vida escolar.
Y anheló ser adolescente, pensando en la emoción que esa etapa de su vida podría traer.
Entonces, tiró de nuevo del hilo dorado.
De pronto, había crecido y se había convertido en un adolescente con una amiga linda llamada Elisa.
Sin embargo, Pedro no se sentía satisfecho.
No había aprendido a valorar el presente ni a descubrir las maravillas de cada fase de su vida.
Así que sacó la pelota y volvió a jalar el hilo.
Y muchos años se evaporaron en un instante.
Ahora se encontró como un hombre adulto.
Elisa era su esposa y estaba rodeado de hijos.
Pero Pedro notó otra cosa.
Su cabello, que antes era negro como la noche, había comenzado a encanecer.
Y su madre, a quien amaba tanto, ya se había vuelto anciana y frágil.
Sin embargo, seguía sin poder disfrutar del presente.
Así que, una vez más, tiró del hilo mágico y aguardó los cambios que vendrían.
Pedro se dio cuenta de que había alcanzado los 90 años.
Su cabello negro había perdido color y su hermosa esposa había fallecido hace algunos años.
Sus hijos habían crecido y habían comenzado sus propias vidas lejos de él.
Por primera vez, Pedro se dio cuenta de que no había sabido disfrutar de las maravillas que le ofrecía la vida.
Había avanzado a toda prisa, sin detenerse a apreciar las cosas buenas que se presentaban en su camino.
Esto lo llenó de tristeza y decidió ir al bosque donde pasaba tiempo en su juventud para aclarar su mente y calmar su alma.
Al entrar en el bosque, notó que los pequeños árboles de su infancia se habían transformado en grandes robles.
El bosque en sí se había convertido en un verdadero paraíso natural.
Se recostó en un claro cubierto de hierba y cayó en un profundo sueño.
Después de un breve instante, escuchó una voz que lo llamaba.
Al abrir los ojos, se encontró con que era nada menos que la anciana que le había dado el hilo mágico hace muchos años.
—¿Has podido disfrutar de mi obsequio? —le preguntó ella.
Pedro no dudó en contestar.
—Al principio fue emocionante, pero ahora odio esa pelota.
La vida ha pasado sin que yo me diera cuenta, sin poder disfrutarla.
Por supuesto que han existido momentos tristes y momentos maravillosos, pero no he podido experimentar ninguno de ellos.
Me siento vacío por dentro.
He perdido el regalo de la vida.
—Eres un ingrato, pero aún así te concederé un último deseo —respondió la anciana.
Pedro pensó un momento y luego dijo, —Quisiera regresar a mi niñez y vivir mi vida de nuevo.
Con eso, volvió a quedarse dormido.
Pedro volvió a escuchar una voz que lo llamaba y abrió los ojos.
—¿Quién será esta vez? —se preguntó.
Para su sorpresa, vio a su madre de pie junto a él.
Se veía juvenil, llena de salud y resplandeciente.
Pedro entendió que la misteriosa mujer del bosque le había otorgado el deseo de regresar a su infancia.
No hace falta decir que Pedro se levantó de inmediato y comenzó a vivir la vida como siempre había deseado.
Experimentó muchos momentos felices, alegrías y triunfos.
Pero todo empezó cuando decidió no sacrificar el presente por el futuro y comenzando a vivir en el aquí y en el ahora.
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