La Santa Compaña Temp1 Ep19 4p531i

Bienvenidos una vez más a misterios del lobo y la luna. Soy Ángel y hoy os traigo una historia de esas que se clavan en la piel. Un misterio muy antiguo nacido en los bosques más profundos de Galicia. Una procesión de almas envueltas en túnicas negras que deambula en silencio por los caminos cuando cae la noche. No, no hacen ruido, pero si los ves ya es demasiado tarde. La llaman la Santa Compaña. Nadie sabe cuándo empezó la leyenda, pero ha pasado de generación en generación como una advertencia, como un aviso que te decían los abuelos con voz baja y la mirada seria.

No salgas solo de noche, no mires hacia el bosque y si ves luces en los árboles, corre. Hoy vamos a caminar por esos mismos senderos, vamos a escuchar los testimonios, a entender el origen del mito y quién sabe, quizá al final tú también empieces a mirar distinto cuando caiga la niebla. ¿Estáis preparados? Pues cerrad los ojos, subid el volumen y no miréis atrás, porque esta noche estamos más cerca del otro lado de lo que imagináis. Bienvenidos a Misterios del Lobo y la Luna.

Hay leyendas que nacen de la imaginación, pero hay otras que nacen del miedo. Miedo a lo que viene después de la muerte. Miedo a lo que no se ve, a lo que no se entiende. Y la Santa Compaña es una de esas. Un mito que no se inventó en un escritorio, ni en los libros. Surgió en las aldeas, entre gente humilde, en noches largas sin electricidad, con solo una vela encendida y muchas preguntas sin respuesta. Galicia, tierra de niebla y piedra, es donde más fuerte ha echado raíces esta leyenda, pero en realidad, la idea de una procesión de muertos no es exclusiva de allí.

Hay versiones similares por toda Europa y en todas tienen algo en común, una comitiva espectral que cruza los caminos por la noche como si el más allá necesitase salir a caminar. Pero en Galicia hay algo especial. Aquí, la Santa Compaña no es una leyenda cualquiera, es casi una advertencia. Nadie creerá hablar mucho de ella, y si lo hacen, es en voz baja, con respeto, porque en algunos pueblos, aún hoy, hay quien jura haberla visto. ¿Y de dónde viene todo esto? Pues hay teorías para todos los gustos.

Algunos investigadores dicen que la Santa Compaña tiene raíces precristianas, que ya los celtas creían que el alma del muerto no descansaba del todo y que debía cumplir ciertos ritos para cruzar al otro lado. Si esos ritos no se cumplían, el alma quedaba atrapada y tenía que bajar, a veces sola, otras veces en grupo. Otros aseguran que el mito se deformó con la llegada del cristianismo, que la iglesia aprovechó este tipo de creencias para meter miedo, imponer normas y hablar del castigo eterno.

Y claro, ¿qué hay más aterrador que una procesión de muertos, paseándose por la aldea recordándote que debes ir a misa a confesar tus pecados o acabar como ellos? Hay otro detalle que hace que la Santa Compaña dé más escalofríos todavía. En algunas versiones no solo son muertos los que la forman, hay una persona viva, alguien que ha sido maldecido, una pobre alma que camina al frente de la procesión portando una cruz o una vela y un caldero de agua bendita. No recuerda lo que hace por las noches, pero cada mañana amanece más débil, más cansado, como si la muerte le estuviera arrancando el alma a trocitos.

¿Por qué esa persona? ¿Por qué él o ella? A veces, pasa con estar en el lugar equivocado y a la hora equivocada, una encrucijada.