
Descripción de Rosa, Sometida y torturada p1. SM 5b6y4h
Rosa, Sometida y torturada p1. Espectáculo Sadomaso en el club privado . Cuando aparecí en el escenario las luces me cegaron, siguiendo mi figura por el escenario, pero no disimularon los murmullos de los espectadores. si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex fuente / autor https://www.todorelatos.com/relato/198460/ 6r651j
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Parte 1. Espectáculos a domazo en el club privado.
Rosa. Sometida y torturada.
Cuando aparecí en el escenario las luces me cegaron, siguiendo mi figura por el escenario, pero no disimularon los murmullos de los espectadores. En aquel sórdido sótano, acondicionado como supuesto teatro, no se podía esperar gran cosa, pero a partir de que el presentador me nombró, el ambiente pareció animarse. Ahora hace su aparición en escena el Cali, la más cachonda y masoquista de toda Barcelona, preparada para poneros muy calientes.
Entre los gritos, aplausos y el murmullo de las conversaciones, no podía entender nada, simplemente puse una sonrisa forzada en mis labios y me acerqué a un aparato que había en medio del iluminado escenario. Estaba muy nerviosa, más que la terrible vergüenza que sentía. Mis manos quedaron apoyadas en el potro haciendo que recobrara un poco el aplomo. Al fin y al cabo pensé que sería igual que las sesiones de vándalos practicadas con los amigos de mi marido, únicamente que con más personas y casi completamente desnuda.
La verdad es que llevaba un sujetador minúsculo y un tanga blanco de encaje haciendo juego, que es lo único que me habían permitido vestir para salir a escena. Me tranquilizaba el saber que estaba completamente depilada y ningún pelo asomaba de mi pequeña braguita, pues en el caso de tener vello, éste se transparentaría o desbordaría la escueta prenda.
Lo peor era el sujetador a juego, pues era de encaje al igual que las braguitas y se marcaban con toda claridad mis oscuros pezones y dejaban por los lados ver mis grandes aureolas. En realidad daba igual, ya que en cuanto terminaron con las presentaciones, dos hombres me sujetaron de los brazos y me acomodaron boca abajo en el potro, no sin antes quitarme el sujetador y las bragas con dos sendos tirones, dejándome completamente desnuda.
Rápidamente ataron mis brazos y piernas a aquel artilugio dejando mis pechos colgando por los lados y mis nalgas completamente expuestas, ante el júbilo y aplausos del público que lo agradeció con más alaridos de satisfacción. Rosa, tranquila, ya estás acostumbrada, en la playa siempre vas así. Por más que pensase eso mientras me ataban al potro, me resultaba imposible ignorar las miradas lúbricas de aquella jauría de babosos.
A punto estuve de volver al camerino, cosa que quizás habría hecho de no estar atada, pero al final logré recapacitar y dejé que me pellizcaran los pezones y metieran dos dedos en mi vagina delante de tantos espectadores. Los cuales, para entonces, me contemplaban cada vez más atentos, como hipnotizados. Seguro que suena absurdo, pero una vez liberada de la enorme presión psicológica que me provocaba el estar atada y desnuda delante de todos, como si me diese cuenta de que eso era lo más natural del mundo.
Los que me habían atado pellizcaban mis pezones estirando y mostrando a los espectadores cada uno de los rincones más íntimos de mi cuerpo, pues los tocamientos que me hacían tenían como objetivo estimularme y hacer que mis pezones se endurecieran y al colgar mis tetas boca abajo parecían mucho más grandes. De vez en cuando me las golpeaban para que saltaran en todas direcciones como si se fueran a desprender de mi pecho. De pronto cambió la música.
Algo que, para mi gran sorpresa, pude oír perfectamente, pues el griterío parecía haber cesado y era la señal convenida para que el presentador a través del micrófono anunciara que empezaba el espectáculo y se podía pojar por ser el primero en utilizarme como él quisiera, sin que hubiera más impedimento que respetar mi integridad para que otros posteriormente pudieran seguir con la fiesta conmigo. Inmediatamente pude oír que los primeros pojaban con 500 euros, subiendo poco a poco llegando enseguida a los 1.000 euros.
Eso era una locura, porque quien estaba dispuesto en desembolsar esa cantidad de dinero por simplemente disfrutar de un momento conmigo. La sangre se meló en las venas cuando el presentador haciendo un gesto y enfocando las luces hacia una parte del escenario, pude ver una diversidad de instrumentos de tortura, con los que el máximo pojador podría jugar conmigo. Señores, no se detengan en sólo esa cantidad, ya que podrán escoger entre todo ese surtido de instrumentos para utilizarlos con esta preciosidad. ¡Habéis ganado!
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