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Recuerdos de Arroyo

Recuerdos de Arroyo a3w5y

25/3/2025 · 01:19:55
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Descripción de Recuerdos de Arroyo 243hv

Recuperamos el encuentro que, de la mano de Pitín y Juan Luis, tuvimos con las mujeres de Arroyo en el año 2008. Algunas de ellas nos dejaron hace años, con otras seguimos compartiendo la vida. Un repaso desordenado a recuerdos de momentos tan distintos como la escuela, el hambre, la muerte o el sexo. No falta la media fanega ni el vino que hacía segar con alegría 3v5h41

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Radio Valdivierzo El poder de lo pequeño Aquí estábamos muy tranquilos, eso sí que es cierto, y los niños jugábamos, yo me acuerdo que jugábamos yo me acuerdo que jugábamos todos y lo que nos divertía, la nieve, cuando jugábamos todos Sí, porque, claro, está la guerra, pero los niños son los niños y en vuestro caso tuviste la suerte de que os pillara aquí la guerra, claro Claro, claro, y entonces nuestra vida era con todos, en invierno jugar con la nieve y pegarnos todos los días por ahí De todas maneras, los juegos nuestros también eran algo bélicos, porque yo me acuerdo de una fila de salsa de tomates que tenía mi abuela allí en la chimenea, en la casa de arriba y a los salvajes de mis hermanos se les ocurrió un juego muy bonito, que consistió en agarrar cada botella de tomate y desde la ventana del desván la tiraban abajo, estaba nevado todo y habíamos hecho un tobogán por la cuesta de las Marianas y caían los tomates y venían a estrellarse en la casa de Adelaida, en la fachada, en la puerta y decíamos, ¡sangre, sangre, bombardeo, bombardeo! Fíjate tú, yo aplaudiendo las fechorías de mis hermanos, porque yo era el más pequeño pero me acuerdo de esa escena y luego nos la dio mi abuela, por supuesto, porque le echamos a perder toda la reserva de la salsa de tomates imagínate tú, con todo el regimiento de gente que éramos en casa.

Aquí estuvisteis todos los años de la guerra y luego os fuisteis, ¿no? Todos los años de la guerra y después nos fuimos, sí.

Estuvisteis tres años aquí.

Bueno, yo estuve más, yo estuve hasta que entré ya a estudiar en el colegio en Valencia, yo me quedé aquí con todo mi grupo de Germán, Julián, toda esa quinta, éramos de la misma y yo toda mi básica la hice en la escuela de Arroyo, a mucha honra, porque yo siempre he presumido de que yo soy un niño de escuela básica rural, con piojos y todo, ¿verdad? Yo lo he sentido con mucho orgullo siempre.

¿Cuántos años fueron esos de escuela básica rural? ¿Cuántos eran? ¿28 años o más o menos? Yo no me acuerdo.

Hasta los 10 años era cuando se hacía el ingreso y entonces vino a Valencia para hacer el ingreso.

Yo me fui a Valencia solo a hacer el ingreso, yo me quedé aquí.

¿Por qué te quedaste aquí? Claro, porque yo era más esmirriado también y entonces aquí en las marianas se comía bien, había más vitamina, más jamón, mientras que estos, mis hermanos valencianos, pues estaban a las 3 y un cuarto, como era después de la guerra.

Y por eso yo creo que también, por eso mis padres me llevaron más tarde a Valencia, ya para hacer el ingreso.

Aquí hay una escena que también se me quedó muy grabada siempre.

Precisamente al final de la guerra, cuando terminó la guerra, desde luego mi madre se fue con mi hermano mayor, le llamaban Santito, que era Vicente, Vicente en valenciano es santo, y se fue con mi madre a Valencia, con unos restarazos de los de Bilbao, que le llevaron en un vehículo, porque era bien difícil en aquel tiempo, los puentes estaban bombardeados, no había posibilidad de ferrocarril.

Y entonces, como pudo, fue a Valencia, mi hermano mayor y mi madre.

Y unos meses después, la guerra terminó en abril del 39, primero de abril, y unos meses después, no recuerdo exactamente la fecha, vino mi padre a buscarnos.

Pero venía muy demacrado, porque había pasado la guerra, situaciones muy difíciles, la cárcel, las checas, bueno, incluso en un momento le dejaron por muerto, pero salió adelante.

Y querían ver si nosotros, bueno, vino con mi tía Concha, que estaba en Villascusa, era maestra, y a nosotros nos quisieron ver si éramos capaces de reconocer a mi padre.

Entonces, nosotros andábamos jugando por la calle, por la era, qué sé yo dónde estábamos, y entonces decidieron llamarnos de menor a mayor.

Primero a Pitín, le dicen, bueno, mira que ha venido un señor que es muy amigo de tu papá, y mira, a ver, quiere saludarte.

Nos pusieron en fila, a la puerta de la cocina.

Sí, no, pero primero yo me acuerdo, bueno, que él entró arriba a España, como se decía en aquel tiempo.

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