
El putsch de Hitler: el nacimiento del partido nazi 4r326h
Descripción de El putsch de Hitler: el nacimiento del partido nazi 6w6t2z
unto a sus colaboradores, Hitler asaltó una cervecería de Múnich a principios de los años veinte. Había finalizado la Primera Guerra Mundial y Alemania se encontraba sumida en el caos. Años después de este suceso, Hitler se convirtió en el ''Führer''. 5g363m
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El 8 de noviembre de 1923, Adolf Hitler encabezó el infausto push de la cervecería en un intento de alzarse con el poder en Alemania por la fuerza. Este día cambiaría el mundo para siempre. Lo que ocurrió el 8 de noviembre de 1923 fue algo que sacudió el mundo. Ahí se gestó la figura de Adolf Hitler y su régimen. Eran unos adelantados a su tiempo, una especie de banda salvaje, y Hitler era un total desconocido. El 8 y el 9 de noviembre de 1923 asistimos a un intento chapucero por parte de Hitler y sus camisas pardas y seguidores por hacerse con el poder en Múnich.
Solamente al analizarlo en retrospectiva, vemos que Hitler hizo que cobrara significado al convertirlo en un mito. Lo acaecido los días 8 y 9 de noviembre de 1923 transformaría la vida de Adolf Hitler. Si se hubiera echado atrás la noche del push, lo más probable es que hubiera perdido su autoridad entre su base de partidarios y habría vuelto a ser uno de los numerosos líderes políticos menores agitadores de la época.
Con la perspectiva que da el poder ver las cosas desde la distancia y echando la vista atrás, incluso al cabo de 10 o 20 años, es posible distinguir el inicio de algo más grande. En algunos aspectos, el push de Hitler del 8 y el 9 de noviembre de 1923 supuso un completo fracaso. No provocó lo que él esperaba que provocase, no dio lugar a una revolución nacional. Pero es posible que sin aquel golpe fallido, Hitler no hubiera llegado nunca al poder. Gracias a él tuvo tiempo para reflexionar, le dio tiempo para pensar en cómo destruiría el régimen de Weimar.
Visto así, se trata de un punto de inflexión en la historia del siglo XX. En los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial, Adolf Hitler emergió por sorpresa como una potente figura política y en 1923 creyó que había recabado los suficientes apoyos para liderar un intento de derrocar al gobierno local de Múnich y posteriormente de Alemania en su conjunto. Los acontecimientos llegaron a su desenlace en la noche del 8 de noviembre de 1923. Gustav von Kahr está pronunciando un discurso en una abarrotada cervecería situada en pleno centro de Múnich.
También están allí los otros dos del triunvirato dirigente, así como muchos de los ciudadanos más notables de la ciudad y de otros puntos de Baviera. Hitler sabe que va a tener lugar este acto y lo ve como una ocasión única de golpear. Todos los ciudadanos prominentes y los poderes dominantes se van a reunir en el mismo edificio en esa noche concreta y decide que ese va a ser el momento. ¿Qué piensa hacer? Decide que se va a presentar allí con sus 600 camisas pardas paramilitares con los que rodeará a la cervecería.
Posteriormente hará una entrada dramática acompañado de algunos de sus seguidores más acérrimos para intentar convencer al triunvirato en el poder de que se unan a él en una marcha hacia Berlín, cuyo fin último será derrocar a la República de Weimar. Se trata de una jugada extraordinariamente audaz, pero las cosas adoptan un rumbo inesperado. ¿Qué es lo que ocurre? Hitler irrumpe en la cervecería, flanqueado por sus más fervientes partidarios. En la sala no cabe ni un alfiler.
Estrellan unas copas muy grandes contra el suelo con gran estruendo. Hitler ordena al hombre situado a su derecha que dispare al techo, momento en el que Hitler comienza a gritar. ¡Ha comenzado la Revolución Nacional! Es un momento de tremendo dramatismo. Se acerca al lugar ocupado por el triunvirato y les anuncia que la revolución ha empezado y que quiere que ellos participen en ella. El plan de Hitler consistía en marchar sobre Berlín para derrocar al régimen de Weimar, y gran parte de los discursos que pronunció en la cervecería parecen subrayar la necesidad de un líder fuerte y carismático.
Cuando Hitler irrumpe por la puerta, rodeado por Göring y sus hombres, armados con metralletas, haciendo que todo el mundo se quede en su sitio, se sube a una silla, realiza un disparo al aire y grita silencio. Exigió a von Kahr, von Lossow y von Saisa que apoyaran el PUSH, que le apoyaran a él, pero ellos se opusieron obstinadamente a hacerlo. Entonces los hizo entrar en una sala adyacente a punta de pistola. Y así es como dan comienzo unas horas extraordinarias en las que Hitler...
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