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MARY HIGGINS CLARK, EL OJO AVIZOR
EL OJO AVIZOR PARTE 2

EL OJO AVIZOR PARTE 2 4l1l4w

13/4/2025 · 04:03:38
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MARY HIGGINS CLARK, EL OJO AVIZOR

Descripción de EL OJO AVIZOR PARTE 2 2w1d55

"Te dije que no vinieras..." Pat Traymore recibe una nota con estas inquietantes palabras por debajo de la puerta de su casa de Georgetown. La joven reportera de televisión ha regresado al barrio de Washington donde se crio con la intención de realizar un reportaje sobre Abigail Jennings, una brillante senadora llamada a ser la primera mujer vicepresidenta de los Estados Unidos. Con la ayuda de su expareja, el congresista Sam Kingsley, Pat comienza a investigar la vida de Abigail, pero sorprendentemente se topa con información escabrosa que podría destrozar la reputación y la carrera de la senadora. Por si esto fuera poco, empiezan a surgir siniestras conexiones con trágicos acontecimientos de la infancia de la propia Pat, recuerdos que despiertan antiguas pesadillas que habían permanecido ocultas demasiado tiempo. 2m2sd

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

CAPÍTULO XXIV. A la una y media de la tarde, Lila pulsaba el timbre de la casa de Pat.

Llevaba en las manos un pequeño paquete.

—Feliz Navidad, —dijo.

—Feliz Navidad, —entra.

Pat se alegraba de verdad de su visita. Había estado sopesando la conveniencia de confiar o no en Luther y consultarle si Eleanor debía entregarse a la policía, y también cómo abordar el tema de Katherine Graney. La posibilidad de una querella le sentaría muy mal.

—No me quedaré más de un minuto, —dijo Lila.

—Sólo quería traerte un poco de pastel de fruta. Una especialidad mía.

Pat la abrazó impulsivamente.

—Estoy muy contenta de que hayas venido.

—Es un poco raro esto de estar tan tranquila la tarde de Navidad.

—¿Qué te parece un vaso de Jerez? Lila miró su reloj.

—Me tengo que ir a las dos menos cuarto, —dijo.

Pat la llevó al salón, sacó un plato, un cuchillo y dos vasos, seguidamente, tras servir el Jerez, cortó unos trozos finos de pastel de Navidad.

—Maravilloso, —comentó después de probarlo.

—Es bueno, ¿verdad? —preguntó Lila, mientras su mirada se paseaba por el salón.

—Has cambiado algo en esta habitación.

—Cambié dos cuadros de sitio. Me di cuenta de que no se hallaban en su lugar.

—Estás recordando muchas cosas.

—Algunas.

—Estaba en la librería trabajando y algo me impulsó a venir aquí.

En cuanto lo hice, supe que la naturaleza muerta y el paisaje estaban uno en el puesto del otro.

—¿Qué más, Pat? —Hay algo más.

—Tengo los nervios crispados, —dijo Pat sencillamente.

—Y no sé por qué.

—Pat, por favor, no te quedes aquí.

Vete a vivir a un apartamento, a un hotel, donde quieras.

Lila imploró con el gesto.

—No puedo.

—Pero ayúdame ahora.

¿Viniste aquí alguna vez el día de Navidad? —¿Cómo era? —La última vez, tú tenías tres años y medio, y ya podías darte cuenta de lo que era la Navidad.

Los dos estaban muy felices contigo.

Fue una jornada verdaderamente dichosa.

A veces, creo que recuerdo algo de ese día.

Me parece que tenía una muñeca que andaba, e intentaba que lo hiciese conmigo.

—¿Es posible? —Sí.

Tenías una muñeca que andaba, ese año.

Mi madre tocó el piano aquella tarde.

—No es así.

Pat fue hacia el piano y lo abrió.

—¿Recuerdas qué interpreto? —Estoy segura de que fue su villancico favorito, se llama Campanas de Navidad.

—Lo sé.

Lo sé.

Verónica quería que yo lo aprendiera, pues decía que a mi abuela le encantaba.

Lentamente, sus dedos se deslizaron por el teclado.

Lila miraba y escuchaba.

—¿Cuándo se oyeron las últimas notas? —comento.

—Eso se parece mucho a lo que tocaba tu madre.

Te dije que te parecías a tu padre pero no me había dado cuenta de hasta qué punto te pareces.

Cualquiera que lo conociese bien vería enseguida la semejanza.

A las tres en punto, el equipo de la emisora de televisión Potomac llegó a la casa de la senadora Jennings, para filmar la cena de Navidad.

Toby miraba desconfiadamente mientras instalaban el equipo en el salón y en el comedor, asegurándose de que nada se rompiera o estropeara.

Sabía cuánto significaba para a Bebe y Griega todo lo que allí había.

Pat Traimore y Lucer Pelham llegaron con un minuto o dos de diferencia.

Pat se había puesto un vestido de lana blanco que realzaba su buena figura.

Llevaba el cabello recogido en una especie de moño.

Toby nunca la había visto con aquel peinado, la hacía parecer distinta, y a la vez, le resultaba familiar.

¿A quién demonios le recordaba? Ella parecía tranquila, pero se notaba que Pelham no lo estaba.

Tan pronto como entró, empezó a regañar a un cámara.

Abigail también estaba tensa, y eso no la beneficiaba, enseguida, empezó a discutir con la Traimore.

Pat quería que pusiera la comida en el bufete y filmara a la senadora inspeccionándolo y cambiando algunas cosas de sitio, y Abigail no quería sacar la comida tan pronto.

Senadora, costará un poco de tiempo conseguir la sensación que queremos, le dijo Pat.

Será mucho más fácil filmar ahora que cuando sus invitados estén ahí, de pie, mirando.

No pienso tener a mis invitados de pie mirando, como extras de una película de segunda categoría.

Entonces, sugiero que filmemos la mesa ahora.

Toby se dio cuenta de que Pat no cedía un palmo cuando estaba convencida de algo.

Lucer comentó que Abigail había preparado ella misma toda la comida, y eso fue motivo de otra discusión.

Pat quería una toma de ella trabajando en la cocina.

Senadora, todo el mundo cree que cuando usted tiene una idea,

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