
Narraciones Extraordinarias Edgar Allan Poe. El pozo y el péndulo. (La Voz del Libro) 606i50
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Narraciones Extraordinarias de Edgar Allan Poe es un completo compendio de sus mejores relatos de terror, tanto de aquellos que lo hicieron célebre como de otros muchos menos conocidos por el gran público. Consta de 14 relatos cortos de suspense, misterio y terror, narrados por LA VOZ DEL LIBRO, que esperamos que os guste. 1. El barril amontillado 2. El corazón delator 3. El retrato ovalado 4. Morella 5. El gato negro 6. El pozo y el péndulo 7. El demonio de lo perverso 8. Metzengerstein 9. El entretenimiento prematuro 10. El escarabajo de oro 11. La esfinge 12. Ligeia 13. William Wilson 14. Manuscrito hallado en una botella 152g3c
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Bienvenidos vendidos a la voz del libro libro donde escucha relatos de sueño solo para tus oídos narraciones extraordinarias cara a la ue el pozo y el péndulo estaba quebrantado quebrantado moralmente por aquella larga agonía cuando al fin me desataron y me dejaron sentarme note que los sentidos no abandonaban la sentencia la espantosa sentencia de muerte fue lo último claramente acentuado que llegó a mis oídos después el sonido de las voces de los inquisidores parecieron sumergirse en un solo rumor vago indefinido ese rumor trajo a mi alma la idea de rotación acaso por asociarlo los mis pensamientos con el ruido de una rueda de molino pero sólo duró un breve momento y después ya no hay nada mas sin embargo durante un rato logre de ver y con qué terrible exageración los labios de los jueces vestidos de negro me parecieron blancos más blancos que la hoja de papel sobre la que estoy escribiendo estas palabras y adelgazado es hasta lo grotesco adelgazar dos por la intensidad de su expresión de firmeza de su resolución inamovible de su rígida desprecio por el sufrimiento humano vi que las frases de lo que para mí significaba el destino seguían saliendo de aquellos labios vi cómo se torció al pronunciar la locución mortal como formaban las sílabas de mi nombre y me estremezco porque ningún sonido seguía el movimiento vi también durante unos instantes de delirante horror la suave y casi imperceptible ondulaciones las colgado duras de niño negro que cubrían las paredes de la sala y mi vista cayó entonces sobre los siete altos sirios colocados encima de la mesa al principio tenían el aspecto de la caridad pues semejante blancos y esbelto santo les que iban a salvarme pero al instante invadió mi espíritu una náusea letal y sentí que cada fibra de mi ser se estremecía como si hubiese tocado el hilo de una batería galvanizado las formas angélica se convirtieron en los espectros con cabeza de llama y comprendí que no podía esperar de ellos socorro alguno y entonces se deslizó en mi mente como una rica nota musical el pensamiento del dulce descanso que debe parar la tumba el pensamiento se introdujo en mi suave y furtiva mente y me pareció que pasaba un buen rato antes de que alcanzará plena concreción pero justo cuando mi espíritu lograba al fin sentirlo debidamente y retenerlo las figuras de los jueces se desvanecieron como por arte de magia ante mí las altas velas se hundieron en la nada sus jamás se distinguieron por completo sobrevino la negrura de las tinieblas y todas las ensayo ciones parecieron sumergirse en una loca ímpetu voz a estambul vida como el alma anhela des luego silencio inmovilidad y noche formaron el universo me había desvanecido pero no puedo decir que hubiera perdido la conciencia por completo no intentaré definir lo que de ella quedaba ni tampoco puedo describirlo solo se que no se había ido del todo ni siquiera en el sopor más profundo ni en el delirio ni en el desvanecimiento ni en la muerte ni aun en la tumba se va del todo de otro modo no existiría inmortalidad en el hombre al despertar nos del más hondo de los soportes rompemos la tenue telaraña de algún sueño y sin embargo unos segundos después tan sutil puede ser esa telaraña no recordamos haber soñado
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