LA LUPA. Conferencia "Es la hora de los fieles", por Paco Bendala 5g2u3q

Muchas gracias. Mi charla se titula La hora de los fieles, y es que es verdad, es la hora de los fieles.

Todo lo que estamos viendo, la decadencia, la degeneración galopante que sufrimos, cultural, política, moral, intelectual, material, tiene una sola raíz, y es la decadencia espiritual que sufrimos desde hace por lo menos medio siglo, ya que el tiempo pasa muy rápido. Ese es el gran problema.

Y hay otro problema, y es que hemos sido los fieles, que no laicos, esa palabra da lugar a confusión, los fieles, en todo caso los seglares en mi tiempo, hemos sufrido, estamos sufriendo el abandono y la traición de nuestros pastores.

Que sí, que hay excepciones, que sí, las hubo, las hay y las habrá, pero son escasas y muy honrosas, porque son pocas.

Pero la inmensa mayoría de nuestros pastores, bien sea la jerarquía, bien sean los propios sacerdotes, de una u otra forma, por una u otra causa, nos han abandonado, y encima nos están traicionando.

Incluso, públicamente nos han mentido con motivo de la próxima segura profanación de la basílica pontificia del Valle de los Caídos.

Este es el meollo de la cuestión. Entonces, ¿por qué es la hora de los fieles? Porque lo ha sido siempre realmente. El problema de los fieles es que se han venido abajo, hubo momentos en los que no. Menéndez Pelayo, los heterodoxos españoles, algo magnífico, mil seiscientos y poco, Felipe II, España católica, supercatólica, una misa, se levanta una anciana y le dice al cura que está diciendo la homilía, eso que usted dice no es verdad. El fiel le dice al cura, eso que usted dice no es verdad.

Viene el santo oficio, que existía, y se descubre, así, la primera célula luterana de España, en Valladolid. El fiel es la hora de los fieles.

Pero claro, para que sea la hora de los fieles, los fieles tienen que pasar a la ofensiva, hay que despertarse, hay que dar la cara por nuestro Señor.

Para eso hay que cumplir tres mandamientos divinos, porque están en los evangelios.

El primero, oración y penitencia o sacrificio. El segundo, formación.

Y el tercero, predicación del evangelio, que no es solamente para los curas.

El primero, oración. Se ha dejado de orar, nadie reza, ni los curas rezan.

Oración. La primera oración fundamental es el santo sacrificio de la misa, que no solo eucaristía, es tremendo cuando se oye una y otra vez a la jerarquía y a los curas decir la eucaristía, vamos a la eucaristía, vamos a la eucaristía.

No, no, vamos al santo sacrificio de la misa. Es sacrificio Jesucristo, se ofrece en cada misa, igual que en la cruz, solo que incruentamente, ya no sufre.

Pero es lo mismo, es el santo sacrificio de la misa, que es culto a Dios, acción de gracias, eucaristía. Eucaristía, una palabra griega que se llama, significa acción de gracias. Pedir perdón de nuestros pecados y del reato de pena, cuando nos confiesa y el cura nos dice, hijo mío, tus pecados están perdonados.

Sí, los pecados sí, pero no el reato de pena. El reato de pena hay que purificarlo aquí, más vale hacerlo aquí, que es más suave que en el otro lado, que es peor.

Y luego pedir por lo que consideremos necesario. Cuando decimos eucaristía, estamos valorando el santo sacrificio de la misa, la mayor de todas las oraciones.

Comulgar en estado de gracia, claro. Hay colas inmensas, comulga hoy día el cien por cien de una parroquia. En la confesión no ha habido ni tres.

¿Somos santos? No. La confesión, cada quince días.

Hemos dejado de confesarnos. Sí, cada quince días, máximo un mes.

Y si uno no tiene o cree no tener pecados mortales, se va a confesar.

Y le dice al cura que se confiesa de todo lo anterior o de lo que pudo olvidar.

La confesión es sangre para el alma. Es sangre para el alma.

Sin ella no se puede hacer tampoco nada. Y hay que tener un plan de oración.

Hay que rezar por las mañanas al levantarnos. Tenemos 24 horas por delante.

¿Por qué no le pedimos ayuda a Dios? ¿Para qué? Y hay que... El ángelus. Se ha perdido el ángelus.

A media mañana, incluso, cuando uno va en el coche. Anda a la una.

Pues ahora, aquí, y cuando nos vamos a dormir, no sea que nos quedemos fritos.

Fritos, por supuesto, porque nos quedamos en la cama.

Pero ¿y si nos despertamos? Nuestro último pensamiento...