Derroteros: Yo, con Santiago Alba Rico (CARNE CRUDA EXTRA) 1254c

Adiós, Eva.

Hasta el lunes de buen finde.

Igualmente.

De rotero.

Pásalo bien.

Camino.

Dirección.

Medio tomado para llegar al fin propuesto.

Conjunto de datos que indican el camino para llegar a un lugar.

Bueno, ¿qué? ¿Nos vamos? Dirección que se da por escrito para un viaje de mar.

Para seguir buen finde.

Libro que contiene un derrotero.

Hasta luego.

Línea marcada en el mapa de mareas para guiar a los pilotos.

Y derrota.

De.

De.

Derroteros.

De.

De.

Derroteros.

De.

Derroteros.

Dos.

Pensar paseando con Santiago Albarrico.

Sí, con quien estamos recorriendo el abecedario y estamos llegando ya a la última letra, prácticamente.

Estamos en la penúltima, la Y.

Santi, ¿qué tal? ¿Cómo estás? Ahí estamos, Javier.

Buenos días.

Encantado de escucharte de nuevo.

Me tranquiliza saber que al menos cada dos semanas hay algo que permanece intacto, inalterable y que me resulta sumamente placentero.

A mí también.

Y hemos llegado a una letra que tampoco tiene muchas palabras.

No, es una letra que tiene pocas palabras también.

Algunas, en todo caso, muy bonitas.

Que a mí me gustan mucho, como yacimiento, yegua o yunque.

O fíjate, yedra y yerba, que a mí me gusta también mucho pensarlas así, con Y y no con H.

Parece como que son más rampantes o más verdes.

Y tenemos yunta, que me hace pensar en un poema de Miguel Hernández.

O yerma, que me hace pensar en una pieza de Lorca.

O también yesca o yema.

Pero al final me he inclinado por una muy corta y que en realidad suscita reflexiones tan amplias que son inabarcables para una conversación como esta.

Y es una palabra que usamos todos, todos los días, muchas, muchas, muchas veces.

Que es la palabra yo.

¡Guau! Nunca una palabra tan corta fue tan larga de explicar.

En efecto, así creo.

Que es una palabra, sin duda, llena de abismos y recovecos.

¿De dónde procede? Está obvio que procede del ego latino, que a su vez ha dado origen a otras palabras de las que nos ocuparemos ahora, enseguida.

Y en Romance, en las lenguas Romances, todos los pronombres de la primera persona son derivaciones de ese ego latino.

Entre nosotros, en galego se dice eu, en catalán yo.

Y solamente, claro, en euskera, que es siempre maravilloso y tan distinto, en euskera se dice ni.

Oye, ¿y todas las lenguas tienen pronombres personales? Pues creo que sí, que todas las lenguas tienen pronombres personales.

Ahora bien, no todas las lenguas funcionan de la misma manera.

Por ejemplo, algunas pocas lenguas que son excepcionales o minoritarias, como el Nahual u otras aborígenes americanas, se llaman incorporantes.

Pues en esas lenguas, de alguna forma, el sujeto, el pronombre personal, no es concebible separado del verbo, es decir, de la acción.

O de otra manera, no es concebible separado de su estar en el mundo.

Cada palabra es una oración.

Es un poco al contrario de lo que ocurre en francés.

Tú en francés no puedes decir como o camino, tienes que decir je mange o je marche.

Pues en estas lenguas, incorporantes, ocurriría más bien al revés.

Que tú no puedes decir yo sin imaginarte inmediatamente comiendo o marchando.

Tienes que añadir inmediatamente alguna acción verbal.

No conciben, en consecuencia, el pronombre personal yo como un morfema sin contenido léxico.

No pueden pensar el yo al margen del mundo.

Son muy pocas y son excepcionales, pero sin duda es interesante también pensar a partir de ellas el uso que nosotros hacemos del yo.

¿Porque qué es eso del yo? ¿El ser o no ser? Pues eso, en principio, desde un punto de vista lingüístico, es un morfema sin contenido léxico.

Pero a mí me gusta pensarlo incluso, como te digo, a partir de estas lenguas incorporantes como la asunción.