EL Conde de Montecristo -Capitulo 16 Tomo 5- Audiolibro (Alejandro Dumas) 185k43

Capítulo dieciséis valentina elector adivinando dos seguramente donde teníamos que hacer y en donde le esperaban así es que al dejará montecristo se encaminó lentamente a casa de filas fort cuando decimos lentamente es porque hemos reel tenía media hora aún para andar quinientos pasos y sin embargo sabía separa de montecristo para poder pensar con libertad bien sabía la hora que podía quedar a valentina que era cuando ésta asia compañía el señor no ir tiara mientras estaba desayunando el anciano y la joven le habían permitido viniese dos veces a la semana llegó valentino le esperaba inquieta casi fuera de sí le cogió por la mano y equipos delante de su abuelo aquella inquietud extremadas provenía del ruido que la aventuras de amor ser había hecho en el mundo elegante nadie dudaba que uno de los se produciría y valentina con el instinto de la mujer había adivinando que hemos real sería el testigos del conde de montecristo conociendo demás el valor del joven y su gran amistad con el conde temía que no se contentarse con la parte pasiva que le correspondía cuando le vio fueron infinita las preguntas innumerables los detalles dados y borrell pudo leer como de indecible alegría y los ojos de su amada cuando supo que lanza había terminado de un modo no menos dichoso que inesperado ahora dijo valentina haciéndose en estamos reel para que se sentará al lado del anciano y colocando se dejen el y que está apoyado a sus pies hablemos algo de nuestros asuntos sabes morel que mi abuela quiso dejar esta casa para que fuésemos a vivir separados del señor débil fort si es ciertamente me acuerdo de aquel proyecto y los célebre grandemente pues bien celebrar los de nuevo maximiliano porque más vuelta a pensar en ello bravo exclamó maximiliano y sabes la razón queda para salir de casa no ir tiara miró a su hija para imponerles silencio pero esta no le advirtió porque sus ojos sus miradas sonrisas todo todo era paramos revela o cualquiera que sea la razón que del señor no y tierra creo que ha de ser muy buena excelente pretende que el aire del arrabal san onofre no es bueno para mi y tiene razón valentina hace quince días que tu salud se ha alterado si un poco la verdad por eso mi abuelo se ha constituido en mi médico y cómo saber todo tengo gran confianza en él pero en fin es ver que sufres valentina pregunta vivamente hemos revela cada diez mío también puede llamarse sufrir experimento malestar general eso estado y pérdida del apetito y me parece que mi estómago sostiene una lucha como para acostumbrarse alguna cosa no ir tiara no ha perdido una palabras de cuantos valentina y qué métodos sigues para esa enfermedad desconocida es muy sencillo todas las mañanas toma una cucharada de la porción que traen para mi abuelo cuando digo una cucharada quiere decir que he empezado por una ahora ya estamos hasta cuatro valentina se sonrió pero había algo de tristeza y sufrimiento en aquellas sonrisa ebrio de amor maximiliano la miraba en silencio era muy hermosa pero su palidez había aumentado sus ojos brillan con un juego más ardiente que de costumbre y sus manos blancas como en la cara parecían de será que una tinta páginas a se apodera de ella con el tiempo el joven apartó sus ojos de valentina y los fijo en el señor no y tierra este con su extraña y profunda de inteligencia contemplaba la joven absorta en su amor pero al igual que hemos revela seguía la huella de un sufrimiento secreto y tampoco visible que sólo se velaba los ojos del padre y del amante pero dijo borrell esa pose la que has llegado a tomar cuatro cucharadas la creó preparada para el señor no tiara es muy amarga tanto que cuando fue después me parece que tiene el mismo gusto no ir tiara mira su nieta con ojos interrogados es si abuelo así es hace un instante antes de bajar a tu cuarto medio vaso de agua con azúcar pues bien tuve que dejar la mitad tan amarga me parecía no ayer tierra validez y o e hizo señas de que quería hablar valentina se levantó para ir a buscar el diccionario no ir tiara la sequía con la vista como una angustia indecible