Charlamos con ISMAEL RUIZ sobre el Racing y las olimpiadas 1h4y1f

Bueno, pues ya estamos una semana más en el Bigote de Abadía y hoy como siempre con un programa muy especial por delante. Hoy nos visita uno de aquellos ídolos del razinguismo de los años 90 que conoce muy bien todos los entresijos del Sardinero y de la ciudad de Santander. Una entrevista muy top porque viajaremos de lleno a los años dorados del razinguismo, visitaremos lo que fue el oro olímpico del 2000 y aquella selección sub-21 que tanto nos hizo soñar, sin olvidarnos del fútbol de segunda como puede ser también en el terraza. Así que una experiencia inolvidable la que tenemos por delante.

Sentaos, estad atentos y abrid bien los oídos porque lo que viene por delante merece la pena.

Y este partido va a empezar, y lo vamos a ganar.

Ismael Ruiz, bienvenido al Bigote de Abadía. Buenas noches, buenas noches. Muy buenas noches. Hoy un programa que se precede, bueno, un poco de bajona porque somos todos cántabros. Hoy 25 de mayo que es cuando estamos grabando esto, a las 10 de la noche. Pues ha sido una hora complicada porque, bueno, el razing viene de empatar contra el Dense y de complicarse un poco toda esa parte del ascenso, pero bueno. Todavía nos queda una última bala, ¿no, Ismael? Sí, por supuesto.

No cabe duda que, claro, es una pequeña decepción, ¿no? Y más si me cuando, bueno, al final lamentablemente no solamente no confirmas el hecho de estar en play-off, sino que encima pues a última hora te la tienes que jugar, ¿no? A cara de perro, nunca mejor dicho, con alguien que se lo está jugando igual que tú. Entonces, bueno, esto es normal que estemos de esta manera. Malo sería que no estuviéramos así, pero nada, a medida que se va transcurriendo la semana, el equipo pondrá las cosas en su sitio y habrá que afrontarlo con ilusión y optimismo, ¿no? Perfecto, pues eso es lo que toca, confiar y ir a por ello, que es como hay que hacer las cosas.

Y nada, de hecho esta entrevista supongo, Ismael, que se emita después de ese último partido contra Granada, así que si te arriesgas a dejar un mensaje imaginando lo que va a pasar, sería la verdad que una cosa muy emocionante. ¿Un mensaje y que no te escuché a última hora? Un mensaje sabiendo ya lo que va a pasar. Es decir, esta entrevista se va a emitir después de ese partido, así que si nos puedes dejar un mensajito ya sabiendo lo que va a pasar, a ver si tratamos con lo que...

Bueno, pues lógicamente el mensaje, estoy completamente seguro de que el próximo domingo vamos a celebrar que estamos en un playoff y lógicamente con todas las pilas para, coño, pues para de una vez por todas ascender a primera división, que es donde creo se merece el club, la ciudad y estos jugadores, ¿no? Entonces ese es mi mensaje. Perfecto, pues nada, a ver si hay suerte.

Y Ismael, lo que te decíamos un poco fuera de micro, la entrevista te va a gustar mucho, es muy futbolera, te vamos a hacer viajar esos años 90, ese fútbol que tú viviste desde el campo y nosotros desde la grada. Quisimos vivirlo desde dentro, pero no pudimos. Lo único pero es que la persona que te ha recomendado es el Salau de Bodipo y nos ha dejado por aquí un par de cosillas.

Te vamos a lanzar la primera, que no nos ha querido decir, sino que nos ha dicho simplemente que pasó, que por lo visto en su despedida te vio como trepando una verja a altas horas de la mañana. Puede ser, ¿no? Sí, sí. Bueno, sucede que cosas que pasan. Fue en su despedida de soltero ahí en Sevilla, que me llevó para su tierra y curiosamente, porque a Bodi le gusta más la noche que la luna, le encanta, ¿no? Pero ese día se quiso retirar curiosamente temprano y yo pues era joven y un poquito incurioso y quise investigar un poco más.

En definitiva, que se fue para casa y me dejó a mí en la noche, digamos, sevillana y cuando me quise dar cuenta, yo creo que ya estaba amaneciendo, era mayormente de día y digo, hostia Dios, si no me acuerdo dónde vive el negro. Y entonces tuve que, no sé cómo, entonces no había móviles ni historias y tuve que ir buscándome la vida hasta que encontré la casa que estaba a las afueras, una finca de la de Dios y ahora lo mejor, unas vallas, unos pinchos por todos los lados y no tenía llaves. Venga a tocar el timbre y no habría nadie. Cuando salto la valla, pues sale el negro mirándome y dice ¿qué haces ahí? ¿Qué hago ahí? ¿No me puedes abrir? Entonces fíjate, se fue la anécdota, todavía me la cuenta de vez en cuando.

La contó a nosotros a media para que la acabases tú, Ismael, y nada, terminada está y ojalá se repitan muchas noches de esas que son también de las que quedan para siempre. Pablo, ¿de nosotros quién sería el que treparía la valla? Vamos, está claro que tú. Encima te caerías.

Encima me caería o me pincharía, eso está claro. Bueno, con ganas de la entrevista.

Sí, sí, la verdad que sí, joder, con 14 o 15 años.