Castigado por masturbarme. 5r1v5z

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Ahora sí, comencemos.
Castigado por masturbarme.
Mi novia me pilla viendo porno y pago las consecuencias.
Ahí estaba yo, sentado en mi silla con los pantalones por los tobillos.
En la pantalla del PC2 negro se follaban a Nena Harley y en mi mano, mi dura polla de 19 centímetros.
Llevaba apenas cinco minutos con el video y todavía no me estaba estimulando a plena potencia cuando de repente una voz interrumpió la faena.
¿Serás cerdo?
Ni se te ocurra moverte cerdo.
Dijo mientras me ponía la mano en el hombro firmemente para que no me levantara.
¿No te gusta esto?
Dijo mientras se abría la camisa enseñándome sus pechos cubiertos por un sujetador negro de encaje muy sexy.
Si me gust, volvió a hacerme callar.
Bueno, tal vez te perdones si te portas bien.
¿Vas a portarte bien?
Claro que sí.
Sin hablar, ¿vas a portarte bien?
Y asentí con la cabeza mirándola a los ojos.
Muy bien, pues ahora espérame aquí quietecito.
Y dio unos pasos para salir de la habitación mientras yo me giraba para seguirla con la mirada.
No, no, no.
Me espetó ella mientras me giraba la silla hacia la pantalla.
Quietecito es quietecito, en esta posición, y con las manos también quietas.
Me dijo mientras ponía mis manos sobre los correspondientes reposabrazos.
Y tras esto se fue de la habitación.
Y ahí estaba yo,
sentado mirando a la pantalla donde Nina ahora le hacía una mamada a uno de los dos chicos que ahora estaba sentado en un sofá.
Mi polla, aunque se había reblandecido con la sorpresa, volvía a estar en su máximo esplendor, no tanto por el vídeo,
sino por la excitación que me producía no saber los planes de mi novia.
Debían haber pasado unos cinco minutos,
Nina estaba siendo follada mientras chupaba una de las pollas, y mi propia polla estaba empalmada deseosa de que alguien hiciera algo con ella.
Y de repente escuché los tacones acercarse.
Giré levemente mi cabeza, pero no quería girar demasiado para no contrariar las órdenes que tenía, así que no puede ver nada.
Sí, dije esta vez.
Dilo en una frase larga.
¿Qué se merece tu polla?
Mi polla se merece que la castiguen.
Muy bien, dijo.
Y su mano empezó a moverse arriba y abajo haciéndome una paja suave.
Y ahí estaba yo,
maniatado disfrutando de una paja mientras me masajeaban los huevos y delante de mí seguía
reproduciéndose el vídeo en el que ahora se estaba produciendo una doble penetración.
El ritmo de la paja fue aumentando muy poco a poco y a los pocos minutos ya estaba yo muy agitado, con respiración
profunda a la espera del último acelerón para soltar toda mi hombría.
Y justo cuando en la pantalla el primer chico regaba la cara de Nina con su lefa.
La mano derecha de mi captora soltaba mi polla dura y la mano izquierda me dio una palmadita en los huevos que me hizo ver las
estrellas.
¿Te pensabas que te ibas a correr amor?
¿No te acuerdas?
Esto es un castigo, dijo mientras me daba un beso en la mejilla y se separaba de mí.
Fue a buscar algo tras de mí y al poco volvió y se puso frente a mí con una sonrisa malévola.
Cogió con su mano izquierda mi polla y entonces mostró su mano derecha donde llevaba tres aros de silicona.
No queremos que esa pollita se corra, ¿verdad?
Dijo mientras tomaba el aro más grande e introducía mi polla y mis huevos en él.
Con esto, aunque tengas ganas, te será difícil correrte. Y cogió el mediano de los anillos.
Además, este pollón que tienes no dejará de estar duro por muy poco caso que le haga.
Y me pasó el pene por el anillo hasta que éste quedó en la base de la polla.
Y para finalizar, cogió el anillo pequeño, éste para los pequeñines.
Y con un poco de esfuerzo paso primero un huevo y luego el otro por el anillo.
Yo notaba la presión de los anillos y además las venas de mi polla empezaron a hincharse y marcarse sobre mi piel.
Mi captora cogió mi pene con su mano derecha y acercó su cara a la mía y dijo
«Y ahora, vamos a jugar».
Y empezó a mover su mano rápidamente mientras me daba un morreo salvaje y baboso.
A los segundos paró y se separó un poco de mí.
Se paró de espaldas a mí y se recostó contra el escritorio.
Miro hacia atrás y acercando su culo a mi cara ordenó «Ahora quiero que me comas el coñito».
Estiré la cabeza hacia adelante hasta que mi cara alcanzó su culo y empecé a lamer el jugoso higuito que tenía enfrente de mí.
Aunque atado como estaba no podía maniobrar bien ni, por supuesto, usar las manos,
mi lengua consiguió abrirse paso entre los deliciosos labios de mi captora.
Estuve un par de minutos lamiendo la entrada de la vagina y penetrándola con la puntita de mi lengua.
«Muy bien, me vas a dar todo el placer que me merezco y según te portes, tendrás permiso para correrte».
Estiré un poco más ahora para llegar hasta donde quería.