
La Base 5x149 | Ucrania ataca con drones la retaguardia de Rusia 38604g
Descripción de La Base 5x149 | Ucrania ataca con drones la retaguardia de Rusia 4k6045
En el programa de hoy, 3/6/2025, Pablo Iglesias, Inna Afinogenova y Manu Levin analizan el ataque sorpresa perpetrado por Ucrania en el interior de Rusia, a miles de kilómetros del frente, que ha logrado destruir con drones decenas de aviones de combate rusos en una operación que está siendo bautizada como "el Pearl Harbor de Rusia" tanto por medios occidentales como rusos. Con la participación de Nahia Sanzo (Geopolitikaz). ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1877708 6z3or
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Este es el vídeo que difunde Ucrania del ataque con drones a varios bombarderos en un aeródromo militar del Ártico Ruso.
Kiev asegura que ha dañado más de 40 aviones de guerra.
Moscú reconoce además esos ataques en cinco regiones del país.
Y en ese ataque contra la aviación rusa, Kiev ha golpeado Siberia por primera vez.
Hablamos de una zona que está lejísimos de su frontera.
Esto además ocurre el mismo día en que dos puentes han colapsado en dos regiones de Rusia que hacen frontera con Ucrania.
Y también a pocas horas para que ambos países vuelvan a negociar la paz en Estambul.
El masivo ataque ucraniano en suelo ruso, muy lejos de los frentes de batalla, ha copado portadas en toda Europa.
Y no es para menos.
Los daños materiales son lo suficientemente considerables como para advertir la consolidación de una nueva fase del conflicto.
La negociación entre Trump y Putin está atravesada por lo que ocurre en los frentes y allí Moscú es verdad que lleva mucho tiempo avanzando.
Rusia ya expulsó a las tropas ucranianas de la región de Kursk, asestando un duro golpe a Zelensky, que busca acumular fichas para las negociaciones.
Además, a pesar del lento ritmo, las tropas rusas conservan control en los cuatro oblas que protagonizan las conversaciones sobre cuestiones territoriales.
Gershon, Zaporilla, Donetsk, Lugansk… Quizá por esto el gobierno de Ucrania ha decidido llevar adelante este ataque buscando reforzar su posición negociadora e incomodar a Moscú.
El ataque ucraniano ha sido muy notorio, aunque todo parece indicar que las cifras reales están lejos de las difundidas por Kiev.
Aproximadamente una docena de abriones habrían sido golpeados durante el ataque ucraniano y aunque no se tiene certeza sobre el nivel de los daños infringidos, lo cierto es que constituye un ataque efectivo sobre aproximadamente el 5% de la flota de bombarderos estratégicos de Rusia.
Nos cansamos de constatar una y otra vez, sin embargo, aquella máxima de las guerras que define que lo primero que muere en la guerra es la verdad.
Ucrania ha celebrado que ha afectado, según sus cálculos, hasta el 35% de la flota rusa, algo de lo que no se tiene comprobación visual.
Pero el verdadero valor del golpe ucraniano a Rusia es de tipo simbólico y es que la guerra de Ucrania, especialmente a medida que se ensancha la ventana de oportunidad para algo parecido a un alto el fuego, tiene mucho que ver con la disputa de narrativas.
La propaganda no gana ninguna guerra, pero para mantener el flujo de ayuda occidental, Kiev necesita urgentemente convencer a sus aliados de que puede hacer daño a Moscú e incluso ganarle la guerra.
Sea lo que sea lo que signifique ganar para un país como Ucrania, que afronta de manera ineludible una crisis demográfica sin precedentes y que vivirá durante mucho tiempo sometido a la dependencia respecto a Estados Unidos.
Europa, a su vez, necesita creer en la victoria total contra el terror ruso para justificar su plan de rearme.
Al fin y al cabo, la propaganda del régimen de guerra en el viejo continente tiene dos aristas básicas.
La primera, convencer sobre el peligro existencial que constituyen Putin y Moscú, pues eventualmente buscarán atacar al resto de países europeos.
Y en segundo lugar, convencer también de que a Rusia se le puede ganar.
Pero por otro lado, la propaganda rusa también ha sido desnudada durante el ataque.
Para mantener la posición de fuerza de Putin en sus conversaciones con Trump, debe hacer valer una verdad relativa su superioridad militar respecto a Ucrania.
Es cierto que sin la ayuda occidental a Kiev, Moscú habría logrado avances mucho mayores.
Pero también es cierto que la inteligencia rusa ha sido incapaz de proteger su propia estructura estratégica frente a los drones ucranianos.
Y eso debilita la posición rusa de cara a las negociaciones. Esto es así.
Ha sido un golpe muy duro para el gobierno ruso.
Ahora queda el día después, mediado por la siempre presente neblina de la propaganda.
Como ambos necesitan convencer a Trump de versiones contradictorias, pues van a buscar exagerar su propia narrativa.
Zelensky seguirá hablando de un éxito histórico y de cifras desorbitadas que jamás podrán probar.
Rusia probablemente minimice el impacto y, si lo considera oportuno, realizará alguna demostración de fuerza que, por cierto, afianzaría la narrativa europea del terror ruso y, en consecuencia, validaría en mayor medida la tesis del apoyo hasta el final a la maquinaria de guerra ucraniana.
Y así el bucle sigue, sigue, sigue y sigue.
En una guerra casi nada es casual. Los símbolos tampoco.
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