El angel de la muerte de Olot 4ps6w

Esta es una historia real.

Por respeto a las víctimas, la historia se describe tal y como sucedió, basando la investigación en noticias y sentencias publicadas.

Las grabaciones sonoras que podréis escuchar durante el episodio son emisiones de cadenas públicas tratadas como citas a los eventos.

¿Ha hecho usted esto, Joan, con otras pacientes, con otras señoras aquí? No, que yo recuerde...

No, entonces ellos me han comentado de una Sabina, digo, pero...

Allo que también es un lapso es porque va a morir la misma semana.

La Sabina va a morir el... el día marzo, y es que...

Yo... yo que yo recuerde, pero como que...

Está muy perturbado...

Joan, ¿sabía que se abrigará toda la verdad? No, no, hombre, hombre, no me saltaría, no, no, no, no, pero...

La verdad.

Revisaremos todo lo revisable, pero lamentablemente han sido unos sucesos indetectables.

Se han seguido todos los protocolos, en todos los casos, y no se ha podido detectar.

En su infancia y desarrollo, busca cosas.

Y una de las cosas donde le encuentra un interés obsesivo es en el tema de la muerte.

Y empieza a obsesionarse con el tema de la muerte, a investigar con el tema de la muerte, que de alguna forma convirtió eso en su propio laboratorio de la muerte.

Parecerá tópico, pero un chico muy normal, muy extrovertido, que le gustaba mucho la broma, reír...

Un poco es el recuerdo que tengo más de Joan Vila de aquella época que nosotros le llamábamos Joan peluquero, porque entonces era su vocación en la peluquería.

Joan Vila nació en Castelfollit de la Roca, un pueblo de mil vecinos en el interior de la provincia de Girona, donde vivía con sus padres, Encarnación y Ramón.

Eran conocidos en la localidad por ser una familia modesta que trabajó en una fábrica del pueblo hasta que esta cerrara.

Joan era hijo único y fue un adolescente como tantos otros que con 18 años frecuentaba el pub de Camp Manel en su localidad.

La gente que lo conoció decía que había chicos más echados para adelante y otros más retraídos.

Joan estaba entre los segundos.

Una amiga de la infancia decía que era muy buena persona, tímido e introvertido.

Tenía una voz un poco afeminada, pero jamás le vimos decantarse por hombres o por mujeres.

Nunca salió del armario.

Por esta época Joan comenzaría a estudiar peluquería en un centro de holot y cuando terminaba quedaba con las muchachas del pueblo y practicaba con ellas.

Nos hacía peinados a la moda.

En aquella época se llevaba el estilo del grupo de música Mecano.

Después salían de fiesta por esa localidad disfrutando de los bares que aquella época había por holot.

Sus amigos decían que cuando lo hacían, Joan no solía beber ni fumar.

Era un chico de muy buen rollo y muy sanote.

Con 23 años, Joan Vila ya había trabajado en Girona de peluquero.

Su jefa por aquel entonces lo definía como un joven muy exigente consigo mismo.

Después de pasar una temporada allí, decidió dejarlo.

Quería ir a Barcelona a formarse y a mí me pareció bien.

Cuando volvió, la llamaría para que le asesorara a montar una barca.