
Descripción de 8. TORQUEMADA Y EL REY DE INGLATERRA 5u4zh
Con Las hijas de España, Jean Plaidy da término a su extraordinaria trilogía sobre los Reyes Católicos que inició con Castilla para Isabel y continuó con España para sus soberanos. Las hijas de España narra los últimos años del reinado de Isabel. Es entonces cuando la desgracia golpea sin piedad la casa real. La gente empieza a preguntarse si no será una maldición que se cierne sobre los reyes y su descendencia. Allí están sus hijas: Isabel, la viuda trágica; Juana, cuya locura parece aumentar con las infidelidades de su atractivo marido; la suave María y, por fin, Catalina, que debe abandonar todo lo que ama, a su familia y a España, para convertirse en Catalina de Aragón, reina de Inglaterra y primera esposa del fascinante Enrique VIII. 28n1c
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El nacimiento de miguel ante ellos se extendía toledo ni isabel ni fernando que encabezaban la cabalgata podían dejar de enorgullecerse de tal ciudad encaramada en lo alto de la escarpada meseta granítica que a la distancia daba la impresión de haber sido moldeada en forma de una herradura entre las montañas que dominaba en el tajo una fortaleza perfecta a la cual sólo se podía llegar desde el norte por el lado de la meseta castellana en todos los demás puntos los baluartes rocosos impedían la entrada no era mucho lo que había de español en la arquitectura toledana parecía que los moros hubieran dejado su sello en cada torre y en cada calle pero lo que preocupaba a isabel no era la ciudad de toledo sus pensamientos se dirigían al encuentro que no tardaría en producirse qué feliz me sentiré se decía cuando vea a isabel y compruebe que el embarazo no la ha debilitado estáis impaciente le susurró fernando con una sonrisa y vos no él hizo un gesto afirmativo estaba impaciente por el nacimiento del niño si era un varón perdería importancia la desdichada muerte de juan y de su heredero el pueblo estaría feliz de aceptar como heredero al hijo de isabel y de manuel si es un varón dijo en voz alta debe quedarse con nosotros en españa tal vez nuestra hija debiera quedarse también con nosotros aventuró isabel qué pensáis en separar a marido y mujer ya veo que estáis pensando en que deben tener más hijos comentó isabel y cómo podrían engendrar los sino están juntos eso mismo replicó fernando mientras sus ojos se detenían en las tres muchachas que integraban el grupo margarita maría y catalina si por lo menos sus hijas hubieran sido varones pero ahora sí isabel tenía un heredero varón eso sería una solución para sus problemas en ese momento entraban a la ciudad e isabel se preguntó cómo no podría alguna vez hacerlo sin recordar que en ese lugar había nacido juana el memorable suceso se había producido un día de noviembre durante el cual la ciudad se veía muy distinta de esa jornada de primavera al oír por primera vez el grito de su hijita poco se había imaginado isabel las angustias que habría de padecer por causa de ella tal vez hubiera sido mejor que la niña que isabel había dado a luz en toledo en el año mil cuatrocientos setenta y nueve hubiera nacido muerta como el hijo de la pobre margarita la reina sintió el impulso de llamar a su nuera para decírselo qué tontería en esos tristes días le sucedía a veces que su dolor debilitaba su sentido del decoro habían llegado a las puertas de la ciudad y los toledanos salían de sus hogares para darles la bienvenida había allí orfebres y herreros tejedores y bordadoras armeros y curtidores de todos los gremios de la ciudad que era una de las más prósperas de españa así había sido aquella vez en que ella y fernando habían llegado a inspeccionar los trabajos de san juan de los reyes la iglesia que habían donado a la ciudad bien recordaba a isabel el día que habían visto las cadenas de los cautivos a quienes habían puesto en libertad al conquistar la ciudad de málaga esas cadenas habían sido colgadas por fuera de los muros de la iglesia como simbólico decorado y allí seguían y allí debían seguir por siempre para recordar al pueblo que sus soberanos habían librado a españa de la dominacion morisca después irían a la iglesia o tal vez a la de santa maría la blanca a dar gracias al cielo por la feliz llegada del rey de la reina de portugal la reina se sentiría feliz entre esos arcos en herradura entre esos gráciles a arabescos allí pediría verse pulgada de todo resentimiento contra las desventuras del último año olvidada de toda compasión de sí misma se prepararía para el milagro de ese nacimiento cuya recompensa había de ser el hijo que su muy querida isabel ofrecería a su madre y a españa habían convenido en que el arzobispo de toledo estaría en la ciudad para res vivirlos el magro y esquelético jiménez de cisneros con su hábito ceremonial que le colgaba sin gracia de los hombres desgarbados al saludarlo isabel sintió que se le levantaba el ánimo hablaría con su anciano confesor de sus debilidades escucharía sus ásperos comentarios ya sabia que él consideraría indie himno de una reina su amor de madre que deplorar la debilidad de isabel al cuestionar la voluntad de dios fernando saludó con frialdad al arzobispo a quien jamás podía mirar sin recordar que ese cargo con toda su pompa y su magnificencia podía haber ido a parar a manos de su hijo grato saludar a mi arzobispo murió ouro gentilmente la reina jiménez se inclinó ante ella en una reverencia en modo alguno exenta de arrogancia él siempre ponía a la iglesia por encima del estado después junto a la reina el arzobispo recorrió a caballo las calles de toledo con intensa alegría abrazo
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