
438 - Ninotchka - Ernst Lubitsch - La gran Evasión 44lr
Descripción de 438 - Ninotchka - Ernst Lubitsch - La gran Evasión 4t725y
La visión y el genio de Lubitsch, un judío alemán, nos dejó joyas como esta Ninotchka. Con guion del discípulo aventajado Billy Wilder, mano a mano con su colaborador Charles Brackett, y Walter Reisch. La secuencia de Greta Garbo, la comisaria soviética bajando del tren con su cara de palo, esa cara rígida que irá suavizando una vez conozca al conde astuto y vividor, -Melvin Douglas- Esa inolvidable escena del tren con los tres diplomáticos soviéticos, inolvidable trío, recibiendo a su supervisora, se conecta en mi imaginario con otra estación, con Wilder tras la cámara y con Lemmon y Curtis divisando un cañón rubio con andares cimbreantes. Marilyn muestra mucho más desparpajo que la Garbo, y es que esta fue la primera comedia de la actriz de origen sueco, a la que incluso le daba vergüenza hacer la escena en que se emborracha de champan. La propaganda de Ninotchka aseguraba: “La Garbo se ríe”. Y así es, al principio la rusa parece no pillar los chascarrillos de su aristócrata irador, hasta que de pronto rompa en una carcajada delante de sus camaradas. En la magnífica escena del restaurante donde el aristócrata intenta confraternizar con los obreros que están allí comiendo, un gigoló en horas bajas, calavera intentando hacerse amigo y exaltando su espíritu solidario para enamorar a la rusa. Si Marilyn sabía cimbrear sus caderas en esa estación, la Garbo es un témpano, rígida y formal como solo una comisaria soviética podría ser, y sin embargo, al film el amor la humaniza, la relación entre el Conde Leo y su compatriota destila fuego, él la desnuda figuradamente quitándole el abrigo en su apartamento y la diosa Garbo se deja llevar sin remilgos, al final le gusta esa música que sale del tocadiscos, Ninotschka sabe besar a un hombre mejor que ninguna. Un inicio mítico con el toque Lubitsch. Los tres camaradas rusos extasiados ante los oropeles del hotel Ritz y sus puertas giratorias. El ridículo sombrero de la época, con forma de embudo, al que Ninotschka echa el ojo en un escaparate, ¿cómo puede sobrevivir una civilización que permite a sus mujeres llevar eso en la cabeza? Ninotchka terminará transigiendo con el capitalismo y se pondrá el horrible sombrero. Según Wilder, esta fue idea de Lubitsch. Rodada en el verano de 1939 con el pacto de no agresión recién firmado entre Stalin y Hitler, esos momentos convulsos del mundo los capea Lubitsch a base de chistes, malentendidos y champán. La propaganda no es solo contra el bloque comunista, Lubitsch se pitorrea con clase de la insoportable duquesa zarista, y profana las convenciones burguesas. Salvador Limón, Raúl Gallego. José Miguel Moreno y Zacarías Cotán nos debatimos entre una copa de champán y la leche de cabra en La gran Evasión. 4x662g
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Bienvenidos a La Gran Evasión, vuestra dosis semanal de cine film.
En nuestro descargo hablaremos un rato sobre lo que nos gusta una vez a la semana hablamos sobre todas esas películas que de alguna manera nos parecen especiales. Salud camaradas hoy tenemos la risa de Greta Garbo Ninochka y un maestro del cine de este estilo elegante Ernst Lubitsch que tanto marcaría toda la obra de Billy Wilder.
Lubitsch procede del cine mudo, hizo un montón de películas de cine mudo en Alemania y ahí forjó su estilo curiosamente esta película de Ninochka que tiene unos diálogos tan buenos. Está ahí el tinte cínico de Billy Wilder, su pluma, también la de Charles Brackett y Walter Reich y el toque Lubitsch, como no, ese sombrero ridículo y occidental que termina extasiando a la soviética, a la rusa maravillosa que es Ninochka.
Greta Garbo está con ese rostro rígido que se irá suavizando por el amor, por la presencia de Melvin Douglas que lo conoce en un cruce, en un semáforo y se va con él a ver la torre Eiffel. Ella es la enviada del gobierno ruso para supervisar a los tres camaradas, los hermanos Marx rusos en esta parodia, en esta crítica del comunismo en una época difícil, en una época en Hollywood en que estaban con las antenas puestas ante el otro bloque pero de forma muy sutil, de forma con mucho arte la verdad.
El arte que tenía Ernst Lubitsch, un autor brillante que siempre aspiraba a eso, a dejar películas con su impronta, la octava mujer de barba azul, ángel, ser o no ser, el bazar de las sorpresas, lo que piensan las mujeres nos dejó maravillas. Nos vamos esta noche a tomar una copa de champán con Ninochka.
¿De veras? Sin duda, señor. Sí. Ayer quedé muy asombrado cuando al volver de un encargo vi que se había hecho usted la cama. Sí, y me sentí muy satisfecho todo el día, como el que hace una obra humanitaria. Más aún, señor, con gran sorpresa mía vi un ejemplar del capital de Carlos Marx en su mesilla de noche. Es un libro socialista que incluso me niego a quitarle el polvo, señor. Veo alarmado cómo influye en usted esa dama bolchevique. ¿Cómo? No te comprendo, Gastón. Es extraño que tú te alarmes de que se ejerzan influencias extrañas sobre mí.
Tú, mi viejo criado, no me has visto cometer mayores extravagancias. No, señor.
Cielos, es que no existe la rebeldía en ti. Cuando te ordeno esto o lo otro, ¿no sientes ganas de darme un puntapié? No, señor. Eres un reaccionario. No me harás creer que no estás esperando el día en que puedas entrar aquí plantándote ante mí y me digas, Ed, Albu, desde ahora vamos a compartirlo todo.
De ninguna manera, señor. La perspectiva me horroriza. No lo interprete usted mal, señor. No estoy resentido con usted porque me deba dos mensualidades, pero la idea de compartir mi cuenta corriente con usted y que usted se lleve la mitad de mis ahorros, eso es demasiado para mí, señor. Vete a dormir, padrecito. Vete a dormir.
Pues aquí estamos con Lubitsch Ninoschka, con este cine que ya no es mudo, ya no es mudo porque estamos en el año 39 de un especialista en el cine, un pionero de cine.
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