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Historias de detectives de verdad
23. Papel, silencio y sospechas: El CASO de los informes desaparecidos

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21/5/2025 · 04:33
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Historias de detectives de verdad

Descripción de 23. Papel, silencio y sospechas: El CASO de los informes desaparecidos 49594w

Bienvenidos a "La Confidencia Mutua", el micro podcast donde un caso real se transforma en un relato breve, directo y con alma de investigación. En este episodio, una llamada institucional da comienzo a un caso aparentemente rutinario en un pequeño pueblo gallego. Una residencia de mayores, sospechas internas, y un encargo delicado que se convierte en algo mucho más turbio. Lo que parecía una investigación laboral termina en los tribunales, donde el silencio y la omisión pesan más que cualquier prueba… y donde la verdad no siempre desaparece: a veces simplemente se guarda donde nadie quiere mirar. Soy Óscar Rosa, y esto es La Confidencia Mutua. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1279192 z176k

Lee el podcast de 23. Papel, silencio y sospechas: El CASO de los informes desaparecidos

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

PAPEL, SILENCIO Y SOSPECHAS, EL CASO DE LOS INFORMES DESAPARECIDOS Hay trabajos que empiezan con una sospecha, y otros con una caja vacía.

Todo comenzó una mañana cualquiera en mi despacho.

Una llamada desde un pequeño municipio gallego, San Justino del Silencio.

Y al otro lado de la línea, un hombre de voz firme, tono institucional, pero con cierto nerviosismo mal disimulado.

Se identificó como Silvio Belmonte, concejal responsable de la Residencia Municipal de Mayores.

Me dijo que necesitaba ayuda con algo delicado.

Nos citamos en su despacho, y allí me explicó que sospechaba que varias trabajadoras de la residencia estaban incurriendo en irregularidades, bajas médicas sospechosas, absentismo laboral, desplazamientos no justificados en horario de trabajo, y me pidió que investigara a las ocho empleadas.

Quería pruebas, claridad, nada fuera de lo legal, me insistió.

Firmamos el contrato.

Realicé las investigaciones con total diserección.

Informes detallados, grabaciones, observaciones cruzadas.

Todo apuntaba a que algunas de las sospechas eran fundadas.

Entregué los documentos en persona, en una carpeta cerrada.

Belmonte los recibió en silencio.

Ni una palabra.

Nunca me pidió aclaraciones, ni mostró interés en los resultados.

Pensé que, como otros casos institucionales, quedaría enterrado bajo papeleo interno.

Semanas después, recibí una notificación judicial.

Debía acudir a declarar.

El alcalde de San Justino del Silencio, Gregorio Olmo, había llevado el asunto a los tribunales.

Al parecer, alguien había hablado de investigación irregular a empleados públicos, y el escándalo estaba servido.

En sala, el alcalde se mostró contundente.

No cuestiono que el detective hiciera su trabajo, pero ¿dónde están los informes? ¿Quién autorizó esto? ¿Por qué se ocultó a esta caldía? Todos los ojos se volvieron hacia Silvio Belmonte.

Y él, simplemente, guardó silencio.

No reconoció haber recibido los informes, no itió el encargo, nada.

Como si yo no hubiera asistido.

Pedí la palabra, presenté los documentos originales firmados, con fecha e incluso los registros del contrato.

La juez me preguntó si era habitual ese tipo de encargos.

Le respondí.

Sí, muchos ayuntamientos contratan investigaciones laborales.

Nunca entramos en la vida privada a todo su documento y se entrega al cliente, en este caso, al concejal Belmonte.

En el juicio, el silencio de Belmonte se volvió más incómodo que cualquier acusación.

Pero lo verdaderamente revelador vino unos días más tarde.

Uno de los funcionarios del ayuntamiento, que prefiero no dar su nombre, me llamó tras la visita.

Me dijo algo sencillo pero demoledor.

Los informes están guardados en el despacho del concejal desde el primer día.

Nunca desaparecieron.

Lo que pasa es que no quería que nadie supiera lo que contenía.

Y alguna de las empleadas implicadas tienen relación directa con la dirección de la residencia.

Y usted sabe cómo funcionan estas cosas.

Yo no necesitaba más.

Belmonte había querido saber la verdad, pero no estaba dispuesto a gestionarla.

Temía el coste político.

Prefería simular que nunca existieron los documentos y tal vez pensó que así todo se desvanecería.

Que nadie preguntaría demasiado.

Pero cuando los rumores llegan a oídos del alcalde y la prensa huele sangre, ya no hay marcha atrás.

El caso quedó resuelto en los tribunales.

No hubo delito.

No hubo investigación irregular.

Hubo un encargo laboral documentado y unos informes que nunca estuvieron perdidos, solo ocultos.

Belmonte, tras el juicio, pidió una baja voluntaria por motivos personales.

La dirección de la residencia cambió a los pocos meses.

Y yo aprendí una vez más que, en esta profesión, los documentos pueden desaparecer de muchas maneras, a veces físicamente, otras por cobardía y otras simplemente porque alguien prefiere enterrar la verdad antes que enfrentarla.

Soy Óscar Rosa y esto es la confidencia mutua.

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